Al leer este texto, me he dado cuenta de lo importante que son los edificios para las personas. A veces miramos una construcción y nos quedamos maravillados por su tamaño, los materiales utilizados o por lo bonito de los materiales empleados, pero no nos damos cuenta de que realmente, lo que nos hace admirar esa estructura es algo que lleva dentro, como su “alma”, que nos inspira tranquilidad o nos anima a entrar en ella para observar si por dentro es igual de especial. Y en muchas ocasiones, al entrar y verlo por dentro, nos desilusionamos, porque lo que habíamos percibido por dentro no concuerda con su interior. Quizá sigue siendo bonito, pero ha perdido esa “atmósfera” que percibíamos desde su exterior, no nos atrae ni nos llena de la misma forma que cuando lo vimos desde fuera.
En el texto se habla de muchos aspectos, como la consonancia de los materiales, los sonidos y temperatura del interior, las cosas que la rodean, …, y largo número hasta llegar a una cantidad de nueve (aunque al final, el autor incluye hasta 3 más). Todos estos aspectos me han hecho reflexionar en lo difícil que es para un arquitecto realizar un buen edificio. Porque cuando quiere construir un edificio de oficinas, una casa para que viva una familia, o un gran complejo de viviendas, no solo deberé fijarme en su consistencia, en la economía de sus materiales, en la eficiencia energética, …., sino que lo más importante será crear un espacio donde la gente esté a gusto, donde al entrar sienta cómo la energía fluye hacia dentro, donde se perciba una especial sensibilidad que nos ayude como personas a ser felices.