Los tres pilares en la sostenibilidad en la arquitectura son el social, el económico y el medioambiental. La economía circular se centra en el ciclo de los recursos y la economía verde es aquella que mejora el bienestar humano y la equidad social.
En el estudio del análisis del ciclo de vida se evalúa la cantidad de territorio necesario para generar los recursos biológicos consumidos y absorber los residuos que una determinada actividad necesita y produce.
Los edificios «saludables» deben permitir realizar una correcta evapotranspiración, un intercambio con las radiaciones térmicas y con la luz natural. Algunos de los aspectos psicológicos que pueden llegar a esto son las proporciones de los locales, la relación entre altura, anchura y largo de las estancias y el clima cromático determinado por el color de las superficies externas e internas. También hay que tener cuidado con no sufrir el síndrome del edificio enfermo, el cual son un conjunto de síntomas que pueden degenerar en un estado de enfermedad incluso crónico.
La energía y salud de un hombre dependen en gran parte de los efectos directos del ambiente en el cual vive. El ser humano es una máquina térmica que transforma energía química en energía mecánica con gran dispersión de calor debido a su metabolismo. Hay condiciones del entorno que son fundamentales en la interacción del edificio. Estas son: temperatura, soleamiento, vientos precipitaciones, nieve y humedad.
El gran desarrollo industrial ha llevado, además de los problemas ambientales, a la pérdida de las destrezas, capacidades y conocimientos acumulados durante siglos. Los materiales tradicionales experimentados a lo largo de los siglos en la arquitectura tradicional garantizan condiciones de mayor salubridad y bienestar comparados con los materiales sintéticos.